Insomniac

Pasaron varios minutos hasta que noté que ya estaba despierto. El silencio encerrado era tal que en la habitación todo parecía transcurrir con más paciencia, casi como yendo de regreso para abandonar la oscuridad eterna frente a mi inconsciente.

En medio de la confusión la noche ya había perdido su nombre, pero yo estaba seguro que aún seguía ahí afuera tratando de seducirme con su sobriedad, cerca de convencerme de dejar todo por ella.

Unknown.

Perdí la habilidad de mantenerme sereno después de escuchar tu nombre, ya no me considero inmune a la sombra de tu tímida y desconocida figura. Sos difícil de leer, sos un viaje de ida más allá de lo que cuentan tus cortos años, un camino donde no se puede volver atrás, lo desconocido de una voz nunca antes escuchada y una encrucijada que no puedo resolver.
No entendía lo complicado de dar el primer paso hasta que tuve que dar el segundo; y perdido en tu silencio intermitente consideré el solo describirte de lejos, dejando pendiente el vivir la fantasía de al fin sentarme y contarte de frente la odisea en la que me encerró mi estupidez.
Entre el insomnio y la contradictoria lógica de la coincidencia sigo intentando inquietar a la distancia siempre después de media noche, despertando solo con la noción de tu silueta atrapada en mi memoria…

Memorias del Olvido (CP)

Qué conveniente se vuelve el ‘no ver’ bajo la circunstancia adecuada. Todas las palabras que no quiero escribir implosionan dentro de sí mismas, obligándome a ignorarlas porque, a fin de cuentas, no encuentran relevancia alguna para mantenerse en mi cabeza por mucho tiempo. Cada segundo que se toman para hacerme pensarlas me hace creer que todo se detiene, pero soy consciente de que el tiempo no para. Mientras una a una invaden mi cabeza, me hacen considerar cuantas veces les sea posible el transformarlas en algo recurrente, o al menos engañarme el tiempo suficiente para salir de mi boca.

No estoy seguro ya cuántas veces he perdido ante mi ignorancia y falta de discernimiento, hay veces que el silencio se vuelve tan desesperante que trato de buscar con qué evadirlo.

Al final, mi mecanismo de defensa me hace olvidar que fue idea mía, y así sobrevivo a lo que me golpea tanto el pecho.

October rain

No se cuántas vidas llevo en mi lista. He tenido muchas que no quería vivir, pero tambien he planeado hasta el más ínfimo detalle de otras que me han tocado y he sabido resolver desde el primer instante en que tocaron mi memoria. Al final entendí que todo ha sido un invento mío para no cederle el paso al olvido y para justificar los cambios con los que me he cruzado hasta el punto de contradecirme, pero esa es la forma en la que, dentro de mí, explico el progreso.

No me es difícil aceptar la derrota contra mí mismo, aunque a veces se complica someter todo a mi juicio al no ser dueño de todos los puntos de vista.

Algun dia me voy a dar cuenta que todo esto no es mas que producto de mi percepción, aunque estoy casi seguro que voy a tratar de debatir esa idea por mucho tiempo, hasta que por fin logre asimilarla y la pueda describir en un par de párrafos.

Perro

Escucho a alguien caminar… no se si seré yo o alguien de mi especie.

Quisiera saber si en realidad soy consciente o si solo soy una idea fugaz pasando por las calles y hablándole sinsentido a la madrugada, pero cada vez que estoy a punto de responder, olvido cuál es la pregunta. Divago por días, semanas, meses… siempre pierdo la cuenta pensando si medir mi camino en distancia o en tiempo, aunque de cualquier manera, cuando termine con todo, sabré que lo hice durante toda mi vida. Todo me es fácil, pero a la vez complicado. Puedo ver más allá de mi vista pero nunca sabré si podré llegar hasta ahí o si seré el mismo cuando lo haga. Pensándolo bien, ni siquiera me reconozco al verme al espejo, todo es tan confuso, monótono, casi gris. Los ruidos de la ciudad solo me hacen reconocer que todo es más grande que yo, que si quiero seguir caminando no puedo fiarme de mi instinto. Nunca hice falta ni lo haré hasta encontrar lugar donde me asimilen y me pongan un nombre, pero el tiempo y la distancia siguen llevándose parte de mí y es hora de reconocerlo. Es mejor que me quede un momento donde estoy y descanse hasta que alguien venga a decirme que el lugar es suyo, no es un lugar donde pueda pasar la noche, o el día.

Soy consciente de que no tengo conciencia, y así voy a terminar, pero siempre tendré presente de haber disfrutado hasta la más ínfima idea de lo que me rodeó mientras pasé por las avenidas persiguiendo algo que siempre estuvo en mi espalda.

Un lugar que solo ellos conocen.

Difícil no ceder ante el miedo invencible. No se si es más difícil el vivirlo de lejos, sin saber sus nombres, o imaginar el qué será de mí si al final me convierto en un número más al igual que ellos. No sirve de mucho el quedarme solo dentro de cuatro paredes nada sólidas, no me retienen, mi mente estúpida divaga y tiene ideas más allá de las que pueda resistir. Me han dado la idea de ser el -uno- que venga a detener el colapso y la catástrofe, la oportunidad de sentirme héroe sin mover un solo dedo para lograrlo, aunque no parece suficiente si tengo que ceder mi cordura sin saber si volverá por sí misma. Egoísmo o estupidez, o ambas o ninguna.

Olvidé cuándo fue la última noche que usé para dormir, ahora solo espero al día siguiente para al fin decidirme ahogar mi cabeza siempre en movimiento y perder la consciencia para al fin iniciar de nuevo la rutina. Ahora se que puedo fingir estar convencido por mis excusas, no tengo energía para esforzarme en ellas para hacerlas más creíbles.

Y es complicado despertar al día siguiente pensando en si ese será el día final, cuando oportunamente aparezca en una cama que no es cama, desconociendo a los que conviven conmigo, con dificultad para mantenerme despierto y con una incomodidad profunda, impidiendome hacer algo tan simple y automático como respirar.

Mi vida: tu vida.

Ahora que estamos atrapados en la lejanía sale a relucir lo que extrañaba del silencio: lo difícil que era mantenerlo. Cada vez que me acercaba a susurrale cuánto lo quería de vuelta lo ahuyentaba el sonido de los autos en la avenida; pero cuando al final lograba cruzarlo conmigo, por un momento, sabía quién era yo, porque dentro del vacío encontraba mi nombre. Ahora que vivo con él se lo que significa soportarse, cayendo una y otra vez en la desesperación de querer saber a dónde ir cuando se tiene al frente la bifurcada. No se qué es lo siguiente, pensaba haber aprendido a leer mis paranoias, y, sin embargo, aún me captura la demencia cuando volteo a ver el peligro inminente aumentado por mi sobreprotectora conciencia.

Después de unos minutos regreso a la realidad creada para no perder la serenidad… sabía que esto pasaría… Una recreación de lo que pude haber sido de no haber vivido mi pasado. Pensar que mis debilidades son más fuertes que yo, que lo que me mueve no soy yo mismo sino algo mayor que encuentro de repente cuando dejo de buscar preguntas. La curiosidad solo me deja varado a medio camino para hacerme aprender el cómo volver a mí, preparándome para lo que viene. Esto está difícil.

500

Hay noches de insomnio donde intento meter lo vivido: el bien y el daño, los enemigos íntimos de cuando fui mi antagonista y todas las cervezas que nunca me tomé por estar a un lado del camino de los exhibicionistas. En mi delirio y desvío siempre lo dejo inconcluso, y la carga de dejar las cosas a medias me obliga a empezar de nuevo cada noche, como una rutina protegiéndome de no tener más en que pensar cuando haya terminado. Despierto olvidándome de los nombres y trato de volver a la realidad mirándome fijo al espejo preguntándome si aún soy autor de lo que fui. Tiempo al tiempo, después de meter quinientas noches en un par de horas no es extraño el colapsar y caer en el olvido. Al final me quedo con lo que cabe en la palma de mi mano, volviendo a mí, confiando en mi instinto de volver a la melancolía cuando es preciso.

Términos y condiciones

Todo está dicho, menos la verdad. La línea final dejó su lugar y te acompañó hasta perderte en el horizonte, junto a la última palabra que tuve miedo de pronunciar. Se que después de todo no le queda valor a lo conservado en mi pecho, aún tenía algo que darte y lo transformaste en adiós. Traté de salvarte de vos misma, de traerte de vuelta hacia la serenidad de lo sedentario, lo simple y lo que la mayoría solo ve de reojo; mis intentos terminaron en vos llevándome a los límites de la inconsciencia, de las preguntas sin respuesta. Me hiciste ver que nada está fuera de mí, que tengo algo de todo, de reconocerme aunque vea a alguien diferente frente al espejo, y, aunque nunca creí de verdad en lo que me decías, lo guardé para algún día poder escribirte sobre cómo terminé aceptándolo.

Post crédito

Quizá sí pueda haber un inicio… otro… Tengo varias ideas de qué hacer después para ser importante. Se que de una u otra forma mi nombre va a recorrer el tiempo mismo y no envejecerá, aunque también tengo presente la dificultad del quedarse con tal magnitud. Un inicio sin pasado, así sería mi historia, la verdadera, la que construí por años, la utopía mental: nada nunca fue tan radical como para escoger qué hacerle ver al resto…

…Aunque no podría cambiar tanto los hechos, me persigue la ética. -Soy demasiado bueno-como para inducir semejante historia. Evitar el flote de la verdad cuando se está en el fondo no es posible y no quiero salir a la superficie para decir la verdad de forma diferente, haciendo creer una mentira.