Escucho a alguien caminar… no se si seré yo o alguien de mi especie.
Quisiera saber si en realidad soy consciente o si solo soy una idea fugaz pasando por las calles y hablándole sinsentido a la madrugada, pero cada vez que estoy a punto de responder, olvido cuál es la pregunta. Divago por días, semanas, meses… siempre pierdo la cuenta pensando si medir mi camino en distancia o en tiempo, aunque de cualquier manera, cuando termine con todo, sabré que lo hice durante toda mi vida. Todo me es fácil, pero a la vez complicado. Puedo ver más allá de mi vista pero nunca sabré si podré llegar hasta ahí o si seré el mismo cuando lo haga. Pensándolo bien, ni siquiera me reconozco al verme al espejo, todo es tan confuso, monótono, casi gris. Los ruidos de la ciudad solo me hacen reconocer que todo es más grande que yo, que si quiero seguir caminando no puedo fiarme de mi instinto. Nunca hice falta ni lo haré hasta encontrar lugar donde me asimilen y me pongan un nombre, pero el tiempo y la distancia siguen llevándose parte de mí y es hora de reconocerlo. Es mejor que me quede un momento donde estoy y descanse hasta que alguien venga a decirme que el lugar es suyo, no es un lugar donde pueda pasar la noche, o el día.
Soy consciente de que no tengo conciencia, y así voy a terminar, pero siempre tendré presente de haber disfrutado hasta la más ínfima idea de lo que me rodeó mientras pasé por las avenidas persiguiendo algo que siempre estuvo en mi espalda.