Archivo por meses: May 2013

The Run

Epopeya que pasa desapercibida por el sonido que sostiene al ser conjugada con lámina, suelo y pared.
Como avalancha consumida en cansancio camuflado, herido, recorriendo el cuerpo; apretando ese cordón que deja a la deriva la cima de mi memoria para volver a recordar aquello que debí olvidar.
Todo regresa mientras sigo caminando bajo la persuasión, que es frío y niebla que llevo fuera del sonido interno. ¿Perturba o aumenta la calma?
No importa, deja huella en la tierra, en mis zapatos. Mientras más intento huir de ella, más llega al vidrio de mis anteojos, refutando la llegada intacta de mi alma a la puerta de salida.

Dibujo invisible

Cuarto blanco, lleno de vacíos. Solo leo una ínfima parte de la ventana que me lleva puesto, tan transparente y clara que no deja ver lo que hay tras ella.

Ilusión creada por mi piel, por mis venas; sosteniéndose en el extremo de una esquina superior que no existió porque estaba doblada y gastada; quizá por el tiempo, o por su deseo de regresar al lugar donde salió tan vacíamente llena, donde escuchó el rugir de la corriente y la pieza de aire que la acariciaba al caer.

Su pared blanca me llevó al pasado, a su antigua historia sacada de ella misma mientras mantenía dormido el lápiz de mi mano, que sin movimiento hablaba, y solo escuchaba cuando le cerraba mis ojos. Solo quería salir de la monotonía del cuarto que la mantenía aislada de su naturaleza; solo recordaba y lloraba conmigo dentro de la vida, al medio. Se partía en pedazos desvanecidos para demostrar su dolor.

Se abría, se cerraba; me dejaba y manejaba mientras adquiría mi rostro.
Ya no debía rozar el lápiz en su superficie. Ya estaba llena.
Todo fue un continuo cambio mientras el reloj no dejaba de latir.

Híbrido memorístico

Partía hacia otro viaje en esa noche dibujada dentro de un vacío; había un malestar en su vientre, no dejaba de cerrar los ojos, no dejaba de interrumpir su parpadeo. Un vago recuerdo se aproximaba al otro lado de él, desviando cada pensamiento lanzado para aproximarse a la conclusión del inesperado mareo en el que había sido envuelto.

Pocos segundos eran los puntos de partida para aclarar la memoria, una memoria vacía y subjetiva dentro de la subjetividad objetiva. Le pareció haberse visto, haber despertado en un capítulo donde se era irreconocible conforme lo que había sentido al viajar en soledad.

Tenpenny seguía acostado y despierto, frío y tembloroso, en un lugar diferente en cada movimiento ocular.

En el regreso de su memoria, un joven se paraba frente a él, asustado pero retándolo con el único retazo de vista que podía ver a causa de la oscuridad y lo borroso de la imagen. Eran como los antiguos flashbacks de un episodio de infamia en blanco y negro; se miraba, pero desde adentro. Tenía la vista al frente y se sentía aterrado, sabiendo que el punto de equilibrio se había despojado de él y cualquier acto podría ser letal.
Se escuchaba un murmullo a lo lejos, pero era el joven hablando entre dientes, sin claridad en su voz, apagado y consciente. Ambos sabían, ambos se conocían, ambos se desconocieron ese día nocturno, o al menos eso le pareció a Tenpenny.

La conmoción lo abrazó por detrás y lo despertó. Atónito, se levantó del suelo y recorrió toda la habitación, intentando perseguir con la conciencia lo que yacía en el recuerdo, intentando reconstruir el supuesto sueño que, más bien, le pareció recuerdo.

Sotrm

Duermo pegado a la ventana, viendo caer todos esos extractos de razón, uniéndose para alimentar la tierra que los vio nacer. Solo así el camino se transforma en un espejo sin límite, por la perspectiva y el horizonte. La caminata es por dos, aquí y adentro, fuera y al otro lado del camino.

El rayo como un flashback y el trueno como un grito ciego, una pregunta sin respuesta que me abre los ojos y me encierra al oído, dejando un eco abismal entre mi cama y la ventana.
Así que ya no duermo frente a la ventana, ya no tengo cerrados los ojos. La oscuridad me ayuda a creer que el cielo falso de mi cuarto llueve, pero solo soy yo y mi memoria, desvaneciéndose.

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Y si bien es cierto, la ficción donde se esconde sin salida el humano es llamada realidad por aquellos que ven lo más cercano a sus ojos, acompañándose de un criterio que convence a todo aquel que no sabe dónde están sus pies; quienes convencidos, asienten sin mirar atrás.
Nunca es suficiente el camino para explicar aquello que nadie ve, siendo la lejanía lo más real, consciente en la memoria de los que viajan con los ojos cerrados, porque solo así no engaña la perspectiva lineal con la que algunos están equipados.
Cualquiera abre los ojos, ve la ‘realidad’ y despliega un razonamiento típico; no cualquiera se atreve a avanzar aquí y allá, dejando al razonamiento como parte del punto de vista.

Caminando alrededor del espejo

Cuando estoy inerte, la respiración incrementa internamente y comienzo a hablar por los ojos, con los párpados, mientras duermo, y mi alma se libera por los espacios vacíos conteniendo la verdadera realidad que no alcanzamos a sentir. Me siento a escuchar por las fronteras, discutiendo con mi razonamiento con la voz que he escondido entre las melodías que alguna vez respiré. Me veo detrás del vidrio, caminando sobre la serenidad que requiere estar verdaderamente vivo, observando detenidamente las huellas que han dejado sobre la arena, siendo llevadas hacia el sur por el viento o hacia adentro por el océano. Solo existe un reflejo detrás de las montañas, viniendo en la media noche que me persigue.
Me veo lejos, desentendiendo el círculo que hago al caminar, el silencio que hacen mis labios al hablar, el resentir la pobreza de un voto al medio, sin suerte, sin rasgos y sin fundamento.
Me veo sin verme, sé que soy yo solo porque me lo han dejado en piel, en antes y después, en el polvo de la tormenta; pero me siento como la niebla que viene de adentro y en ella misma se oculta para verse reflejada en las ventanas de una avenida llena de un aparente vacío.

Say «I’m art»

Ya he pasado varias tardes de ocio universitario intentando dibujar un rostro o alguna idea escondida en brazos. Parto del punto medio, cuando intento delinear los rasgos faciales, y pierdo la vista donde la vista ya está perdida…

Cada rasgo que trazo, mental o físico, contiene a la orilla un poco de belleza que algunos esconden en las ventanas de su rostro. Ni siquiera la  suave finura de un lápiz puede imitar la manera en la que me observan, tampoco podría imitar la oscuridad de  las cejas más prominentes del día, por más fuerte que se frote.

Al otro lado del camino, estoy escribiendo. He escrito tanto mentalmente que ya no queda tiempo de respirar, por eso mi escritura es corta. Pero, los puntos suspensivos se encuentran a la hora que describo, a la hora de cerrar los ojos y recordar de qué podría hablar y hacerme extrañar de ella, para capturar si quiera la gracia que mantiene viva en mi centro.

Pero no, no es suficiente. Aún la obra que más se le parezca no puede seguir; no tramita su suave movimiento, la profundidad de su voz que dice más de lo que se escucha. Es una obra fija, con un solo evento impregnado en la distancia de una hoja de papel.

¿Cómo Dios pudo crear obras tan exactas y tan variables? Todo daría cualquier artista para imitar siquiera la silueta de su fuente de inspiración, porque incluso ese arte puede hacer arte.

Sí, no

Como cuando el dolor infringe la pared cutánea, una afirmación hacia el tan complicado e inexistente destino se forma de adentro hacia afuera, forzándonos a escribir más, a actuar conforme al desenvolvimiento involuntario antagónico al temor visible, provocado por entes diminutos, matando cualquier duda y sembrando el razonamiento ficticio falso que es verdadero.

Tercera instancia

Cuando entra una vista panorámica, huyes como si mi piel fuera completo extraño, como si fuera un mañana que se hará hacia atrás. Volver a pensarlo de una forma que te haga regresar al punto medio del párrafo no es un indicio en tu personalidad. Más que ser o estar, más que existir entre el brotar de ideas y de cierta sombra de un color desconocido para el que siempre ve hacia adentro y admirable para aquel que sube a Eudamón a saludar al ciclo.

Pero por la noche no es invisible lo esencial. Todo se mantiene agraviado mediante la página de una gota atrapada en el viento, descomponiendo la luz de la Luna en un tipo de voz que te hace abrir los ojos y levantar el rostro, que solo tus cuerdas vocales pueden crear.

La cercanía es lo indivisible, lo que no conozco y se posa detrás de tu mano izquierda al saludarme.